Alberto Durero es uno de los artistas más apasionantes de la época del Renacimiento, un genio revolucionario y polifacético con mucha influencia como pensador humanista, autor de escritos teóricos sobre arte, investigador científico, pintor, grabador, empresario y diplomático. Sus innovadoras pinturas, dibujos y grabados fueron un modelo para muchos artistas de su época y tiene un atractivo que ha seguido cautivando a través de los siglos.
Entre sus obras destaca un provocador Autorretrato, realizado en torno al año 1500 recordando la iconografía de Jesucristo, que generó cierta controversia porque nunca antes un artista había mirado al espectador de una manera tan directa y por ello tiene un valor artístico similar a la Gioconda de Leonardo da Vinci. Se trata de una alusión simbólica al concepto de que el genio del artista proviene de Dios, una sublimación de la figura del artista opuesta a la concepción medieval.
Por ello, el artista alemán fue el primero en firmar sus obras de manera sistemática con una abreviatura y las siglas AD se convirtieron en su sello de calidad, imitado por otros artistas tal como se puede apreciar en la exposición Kleinmeister, el legado de Durero en la colección de Mariano Moret, que se acaba de inaugurar en el Museo de Bellas Artes de Valencia presentada por Jose Ignacio Casar, Director del Museo junto con María José Navarro, Presidenta de la Asociación y Mariano Moret, comisario de la exposición. Se podrá visitar hasta el 29 de julio y se completa con un concierto de cappela de Ministrers el próximo 27 de mayo en el patio del Embajador Vich del Museo y un ciclo de conferencias.
Se trata de la primera muestra monográfica que un museo español dedica a la obra de estos maestros de las miniaturas. Durante el recorrido guiado por Mariano Moret en la inauguración, pudimos apreciar a través de 141 obras, entre las que se encuentran 127 estampas de distintos artistas alemanes pertenecientes a la Colección Mariano Moret y 14 grabados de Durero de la Biblioteca Nacional de España, que albergan casi 500 años de historia, un amplio panorama de la evolución de los grabados que tenían como inspiración el genial trabajo de Durero y cuya técnica fue la forma de expresión predilecta de futuros genios del grabado como Rembrandt, Piranesi o Goya. Se trata de una oportunidad excepcional para poder contemplar unos grabados que están restringidos a los investigadores por su delicadeza, por lo que tras ser expuestos deberán pasar cuatro años en cuarentena protegidos de la luz y de la humedad, con una temperatura estable.
El tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, tuvo como uno de los principales factores desencadenantes el invento de la imprenta por Gutenberg en 1440, que dio lugar a una edad de oro del grabado, en la que destacó de forma indiscutible Durero, uno de los más importantes grabadores de todos los tiempos. Los grabados de Durero, del que se puede ver una muestra en la exposición, fueron célebres y continúan siéndolo por el magnetismo que ejercen en el espectador, como el grabado del Rinoceronte, del que se dice que probablemente ninguna otra pintura de un animal haya ejercido una influencia tan grande en las artes y el grabado titulado Melancolía, una de las imágenes artísticas más analizadas por su simbolismo misterioso. El grabado Rinoceronte fue realizado por Durero basándose en una descripción del primer ejemplar vivo visto en Europa desde los tiempos del Imperio Romano, razón por la cual había pasado a ser una criatura legendaria hasta entonces. Al ser considerado una representación fiable de un rinoceronte, fue copiado en muchas ocasiones hasta finales del siglo XVIII, cuando se transportaron rinocerontes vivos a Europa y se realizaron representaciones más realistas. Este grabado fue la inspiración de la escultura de Salvador Dalí de 1956, Rinoceronte vestido con puntillas. Otra de sus obras más famosas y, al mismo tiempo, la más misteriosa es Melancolía, uno de los tres grabados que componen las Estampas Maestras, con una figura alada central de mirada absorta en visiones interiores, rodeada de los instrumentos del trabajo creativo, que da la idea de un genio con alas que no llega a desplegar, con una llave pendiente de abrir algo y con laureles en la frente pero sin sonrisa triunfal. Este grabado se considera un autorretrato simbólico de Durero, considerado la más conseguida síntesis figurativa del pensamiento artístico y filosófico. El personaje central rodeado de símbolos del conocimiento humano muestra la esfera intelectual, dominada por el planeta Saturno, representado por el reloj de arena y la balanza para medir y pesar la vida, que, según la tradición astrológica, está ligado al sentimiento de la melancolía, por ser consciente del pasar del tiempo que limita el intelecto y su capacidad creativa, en relación con la grandiosidad del Universo, y por tanto no puede medir su misterio. Además el carácter melancólico se asociaba a los artistas. El conjunto de elementos simbólicos incluye un cuadrado mágico, considerado el primero de las artes europeas, que a diferencia de los elementos anteriores no tienen un sentido psicológico, sino metafísico. Recientes investigaciones han señalado que Durero estuvo influido poderosamente por la filosofía oculta del Renacimiento, es decir las ciencias herméticas como la alquimia y la astrología.
Durero influenció con sus composiciones, de gran originalidad y fuerza expresiva, a un importante grupo de grabadores alemanes conocidos como los Pequeños Maestros (Kleinmeister), caracterizados por la realización de miniaturas que requerían de una enorme pericia técnica para su ejecución y reflejaban una enorme variedad temática, que irradian una creatividad magnífica. Un importante parte del éxito de los grabadores alemanes se debe al patronazgo del emperador Maximiliano I de Habsburgo, que vio en el grabado una herramienta mucho más eficiente que la pintura para la propaganda de su imperio a través de estampas que se podían copiar y distribuir fácilmente. Además, los grabados eran demandados por la aristocracia para ser coleccionados como piezas raras, generalmente en gabinetes de curiosidades. Se trata de obras diminutas, detalladas y de exquisita calidad artística, que requerían una extenuante labor con ayuda de lentes y suponían una prueba de pericia de los artistas, que buscaban sorprender con sus audaces composiciones, de gran dinamismo, alejándose de las propuestas clásicas. Como explicaba Mariano Moret en la inauguración, algunos de estos maestros eran unos rebeldes contra el poder establecido, cuya ideología reflejaban en sus obras, lo que les llevó a ser encarcelados y desterrados.
Autorretrato de Alberto Durero, 1498. Museo del Prado.
Detalle de La Melancolía, Alberto Durero, 1514. Biblioteca Nacional de España
La Melancolía, Alberto Durero, 1514. Biblioteca Nacional de España
Rinoceronte. Alberto Durero, 1515. Biblioteca Nacional de España.
Los Pequeños Maestros. Colección Mariano Moret.
Los Pequeños Maestros. Colección Mariano Moret.
Los Pequeños Maestros. Colección Mariano Moret.
Los Pequeños Maestros. Colección Mariano Moret.
Los Pequeños Maestros. Colección Mariano Moret.
Reproducción digital de un taller de los grabadores alemanes del siglo XVI. Unit Experimental de la Politècnica de València
La exposición incluye joyas en miniatura que requieren un importante esfuerzo de contemplación para los visitantes, para descubrir su infinidad de detalles cargados de simbolismo. Para atraer al público joven, se ha ubicado al final de la sala una zona interactiva. El equipo de la Unit Experimental de la Politècnica de València ha recreado con exactitud un taller de los grabadores alemanes del siglo XVI en el que el espectador puede introducirse con unas gafas de realidad virtual. A través de una tablet con una técnica de realidad aumentada, se recrearán las fases de producción de un grabado al colocar ésta en frente de un cuadro, y, por último, un juego interactivo de preguntas examinará lo que hayamos aprendido sobre la colección.
El director del Museo, José Ignacio Casar, ha señalado que esta muestra es una «slow exhibition» porque debe disfrutarse de «forma tranquila» que dé tiempo a los espectadores a una segunda lectura y la reflexión.
Como señalaba el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, en una entrevista reciente realizada por Carlos Garsán en Cultur Plaza, respecto al Museo del Prado y el Museo de Bellas Artes de Valencia, existe el gran reto de rejuvenecer el público de estos Museos y abrirse a sectores sociales que tradicionalmente no han tenido acceso a la gran cultura, aproximándolos al público. De la misma manera que cada generación necesita una nueva traducción de La Ilíada o de La Odisea, también es necesario presentar las colecciones de forma distinta. No puede ser solo patrimonio exclusivo de los historiadores del arte y hay que invitar a otros sectores y perfiles de intelectuales que también muestren a la sociedad su visión de los cuadros. Y desde la Junta de los Amigos del Museo estamos colaborando para impulsar esta visión de los Museos más abierta. Ciertamente, como explica Falomir, los museos se han convertido en importantes destinos turísticos, y el perfil del público ha cambiado extraordinariamente, pasando de ser minoritario y de un nivel cultural elevado a un público más amplio con un nivel medio, así que los Museos deben adaptarse a esas necesidades.
El Museo de Bellas Artes está en un momento de cambio para mostrar otra visión de su colección y las exposiciones que organiza, y cuenta con todo el apoyo de la Asociación para este camino, pero, como destaca Falomir, el Museo de Bellas Artes no está dotado como debiera y necesita los fondos y el personal necesario para estar a la altura de su colección. En este momento vive el mismo drama que sufrió el Museo del Prado, que durante mucho tiempo no estaba a la altura de su colección y para solventar ese desfase necesita dinero y autonomía, pero a menudo es olvidado a favor de instituciones de arte contemporáneo que son muy importantes porque representan la época actual pero no hay que olvidar que las obras del Museo de Bellas Artes forman parte de la identidad cultural de los valencianos y también necesitan un reconocimiento para ser mostradas de una forma más actualizada.
Por parte de la Junta de la Asociación existe la voluntad de aportar una parte de las cuotas de los socios para contribuir a que el Museo de Bellas Artes pueda realizar actividades que le permitan adaptarse a todos los públicos y puedan conocer mejor las preciosas obras de arte que alberga y para ello se presentará a los socios en la Asamblea General un Convenio con la Generalitat Valenciana, de manera que todos los socios podamos sentirnos partícipes del impulso del Museo con actividades de apoyo como las realizadas con la exposición «Intacta María», la exposición» Kleinmeister», y el impulso del «Programa Arte para la Sostenibilidad del Museo», siguiendo las últimas tendencias mundiales en materia museográfica.
Desde la Asociación, tenemos por tanto el reto de impulsar que el Museo de Bellas Artes de Valencia continúe abriendo nuevos caminos para sus exposiciones y apoyarlo para que deje de sufrir el desfase, denunciado por Falomir, entre los medios que dispone y su maravillosa colección.
Cristina González Gabarda
Secretaria de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Valencia y Comisaria del Programa Arte para la Sostenibilidad en el Museo.